Por pudor y pereza...

Contar con el suficiente ego como para pensar que tengo algo que aportar al mundo de la blogosfera, me ha llevado más de dos años desde que la idea comenzó a rondar por mi cabeza. Y aún estaba en ello, cuando me di cuenta que tras madurar en exceso esta idea, ya comenzaba a darme una pereza brutal. Y es que se me han mezclado dos factores disuasorios más que importantes: pudor y pereza a partes iguales.

Visto lo visto, he decidido enfrentarme a estos 2 auténticos caballos de batalla para mí, y alterar el punto de partida del inicio de este blog quitándole hierro al asunto.

¿Por qué pudor? ¿Por qué pereza?

Reconozco que a pesar de hacer uso habitual de las redes sociales, y haber conseguido liberarme del pudor de que otros me lean y puedan tener excesiva información sobre mi vida, o lo que es peor, sobre “mis pensamientos”, aún me inquieta sobremanera  dar un paso adelante y tener un blog propio. Pero precisamente yo, la que no para de aseverar a la que tengo la menor oportunidad y que el contexto y el foro lo permiten, que el mundo está cambiando, que nuestra identidad digital está cobrando tanto protagonismo como nuestra identidad física, y literalmente” me como con papas” al que diga que esto es solo una moda pasajera. Precisamente yo,  ¿De qué me escondo? ¿Tanto miedo dan los motores de búsqueda de google?  Pues mira, que me encuentre el que me busque, y que me lea el que quiera, sean cuales sean sus razones. Y también te digo una cosa, mi madre me va a leer escriba lo que escriba, y lo mejor de todo, seguro que le va a encantar, ¿a qué sí mama?

El tema de la pereza, eso ya es otro cosa. En este sentido confluyen dos aspectos sobre mi personalidad que en este escenario entran en conflicto entre sí; por un lado, me gusta acabar las cosas que empiezo, podía decirse que soy bastante constante; pero por otro lado, tengo serios problemas de inquietud, que me impiden hacer una misma cosa durante demasiado tiempo. Bueno, ya veré como gestiono esto más adelante, que estábamos en lo de quitarle hierro...

En conclusión, que puestas las cartas sobre la mesa,  me pueden las ganas de tener mi propio espacio, en el que mi actividad como “escritora por cuenta ajena” adquiera otra dimensión. Y ahora, ya sí que se acabaron las excusas, y damos por inaugurado el blog. Aunque se abren las apuestas, ¿Cuánto tardaré en sucumbir? Step by step, al menos ya tenemos la primera entrada. Bienvenidos.