Madre Primeriza – Primer día de Guardería
Sentimiento de Mala Madre en estado puro
Aún restaban algunos minutos para que dieran las 9 de la mañana del lunes 16 de enero de 2017. Una Madre primeriza salía llorando con el corazón en un puño después de dejar a su bebé de 5 meses en la guardería. Camino al coche solo podía pensar que era una madre horrible por dejar a su bebé indefenso en manos de desconocidos. Para más inri, madre y bebé estaban enfermos. Superada la fiebre con antinflamatorios para ambas, tocaba cumplir con el deber. No podíamos faltar el primer día. Después de vivir la burbuja de la recién estrenada Maternidad, tocaba volver a la realidad. Pero, ¿Qué realidad era la auténtica ahora? ¿La de madre o la de profesional? ¿Cómo hacer convivir estas dos facetas cuando te alejas de tu bebé con el corazón roto y no puedes pensar en nada más?
Aún restaban algunos minutos para que dieran las 9 de la mañana del lunes 16 de enero de 2017. Una Madre primeriza salía llorando con el corazón en un puño después de dejar a su bebé de 5 meses en la guardería. Camino al coche solo podía pensar que era una madre horrible por dejar a su bebé indefenso en manos de desconocidos. Para más inri, madre y bebé estaban enfermos. Superada la fiebre con antinflamatorios para ambas, tocaba cumplir con el deber. No podíamos faltar el primer día. Después de vivir la burbuja de la recién estrenada Maternidad, tocaba volver a la realidad. Pero, ¿Qué realidad era la auténtica ahora? ¿La de madre o la de profesional? ¿Cómo hacer convivir estas dos facetas cuando te alejas de tu bebé con el corazón roto y no puedes pensar en nada más?
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Mi bebé el día que cumplió 6 meses. |
Esta soy yo hace unos meses, pero bien podría ser la
historia de cualquier otra madre trabajadora que tiene que reincorporarse a su
vida laboral después de la irrisoria baja maternal. Por mucho que te intentes
preparar para el temido día, solo cuando lo experimentas en tus propias carnes,
entiendes esa sensación de tristeza y desasosiego que se te queda en el cuerpo
cuando la vives en primera persona.
Lloré durante todo el día, ya me lo habían avisado, pero yo
no soy de lágrima fácil y no creí que me derrumbaría nada más cruzar la puerta
del trabajo y saludar a mis compañeros. Pensé que al menos el pudor, me
ayudaría a contenerme. Pero no fue así. La primera semana de reincorporación al
trabajo me la pasé preguntándome: “¿Qué hago yo aquí?” Entiendo que es positivo
que una mujer mantenga vivas sus distintas facetas tras la maternidad, pero
eran tan tan pronto. Sinceramente, creo que las dos enfermamos por separación. Los
primeros días mal dormimos en el sofá. Para mantenerla lo más erguida posible y
que pudiera respirar a pesar de lo congestionada que estaba, la mantenía en
brazos toda la noche. Tengo clavada la imagen de los ojos hinchados y vidriosos
de mi hija con su gorrito de lana gris mirando al infinito camino de la
guardería. Era el mismo día que cumplía 6 meses, y aunque es imposible que un
bebé de esa edad sepa exteriorizar un sentimiento de triste resignación, eso es
lo que yo vi en su carita. Lo que os digo, un corazón ROTO con todas sus
letras.
Los primeros meses estuvimos todos enfermos en bucle.
Encadenamos resfriados, gripes, otitis, faringitis... sin ver la luz al final
del túnel. Aún recuerdo el comentario “empático y comprensivo” de la pediatra
en una de nuestras continuas visitas en los meses de enero, febrero, marzo:
“¿Tiene usted la opción de sacarla de la guardería? Pues estará enferma hasta
junio” (¡sí, justo la postilla que necesitaba para animarme, gracias!!).
Afortunadamente, la cosa poco a poco mejoró. Empezamos a enfermar menos (hablo
en plural porque nos retroalimentábamos los 3, desde mi infancia nunca había
necesitado tantas dosis de antibiótico consecutivas).
Siento si alguna madre que tenga que verse en esta tesitura
de manera inminente, está leyendo este post. Sé que no es muy esperanzador,
pero las cosas hay que contarlas como son, sin paños calientes. Con el tiempo
la cosa mejora. Ahora, cuando dejo a Gala en la guardería, todo es diferente.
Tengo una hija que sé que disfruta estando en contacto con otros niños, que
juega y aprende, que sonríe a sus cuidadoras cuando las ve. Es infinitamente
más autónoma que hace 6 meses, y mucho más capaz de comunicar, a su manera, sus
necesidades. 16 semanas de baja maternal es una ridiculez, no son ni siquiera 4
meses. Por más que las madres trabajadoras hagamos encaje de bolillos para
sumar las vacaciones y la lactancia, es seguro que tendrás que separarte de tu
bebé antes de que cumpla 6 meses, salvo que pidas una excedencia. Algo
imposible para la gran mayoría de las madres, que ni nos lo hemos planteado por
razones económicas y/o laborales. Porque quién sabe el precio que, como
profesional, te hagan pagar por prolongar tu “desconexión”. Cuanto camino nos
queda por andar, y no se entiende, porque, aunque no todos seamos padres, todos
hemos sido hijos y hemos querido pasar tiempo de calidad con nuestros padres.
No puedo dar por concluido este post sin dejar un mensaje
reivindicativo. CONCILIACIÓN, por favor, CONCILIACIÓN,
pero de verdad, para madres, padres
e hijos, para construir entornos de trabajo sanos que sumen y no resten. Y esto
no es solo una labor de Instituciones y Empresas, también de los trabajadores.
De aquellos que miramos mal a un compañero cuando se ausenta de su puesto para
acudir al médico con su hijo; o de los responsables de Recursos Humanos cuando
descartan promocionar a una mujer porque se ha ausentado de su trabajo por una
baja maternal, aun cuando por su trayectoria anterior lo merecería sin dudarlo.
Y un millón de situaciones similares y mucho peores que tenemos que sufrir
a diario aquellos que decidimos traer hijos a un país que los necesita para tener un
futuro. No nos resignemos, por favor. Porque hemos normalizado situaciones que
NO lo son. Por favor, hagamos esa reflexión.
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