Madre Primeriza - Sobre el parto sin dolor y otros absurdos


Mi parto por cesárea



Bajo mi punto de vista, la persona que inventó la expresión  "parto sin dolor" era un flipa@. No sé si sería una mujer o un hombre, si bien solo alguien que no ha vivido esa experiencia en carne propia puede tener la ocurrencia de asegurar que parir no duele. Lo que tengo claro es que si fue una mujer quién se hizo con el copyright de esta expresión tras dar a luz, solo pudo hacerlo bajo el efecto de algún tipo de psicotrópico que empañe su recuerdo, incluso aunque el propio subidón del momento actúe como narcótico.

Parto por Cesárea - Mi ansiado piel con piel, demasiadas horas después.
Mi ansiado piel con piel, demasiadas horas después. 
Mi parto dolió, y dolió de diferentes maneras. Cuando a las 5 de la madrugada del 17 de julio rompí aguas de camino a una de mis continuas visitas al baño, sentí una gran felicidad acompañada del nerviosismo propio del momento. Mientras me duchaba con calma, nos avisaron que no había que tener prisa en ir al hospital mientras el liquido amniótico fuera claro, solo pensaba en que la próxima vez que estuviera en casa sería con mi niña. Creo que este fue el momento más bonito de mi parto, el principio, cuando todo se desencadenó y mi carácter optimista estaba convencido de que saldría a las mil maravillas. Y salió bien, muy muy bien, porque mi hija nació perfecta, aunque lo sufrimos las dos más de lo que me hubiera gustado. De camino a La Paz, pensé que el 17 era un buen día para nacer, siempre he preferido los números impares… que equivocada estaba porque finalmente nacería el 18.

A las 7 de la mañana me exploraron, y confirmaron que aunque estaba la bolsa rota, las contracciones eran espaciadas y poco armónicas y prácticamente no había dilatado nada.  Así que me mandaron a Preparto. Aún no sentía mucho dolor, algo totalmente llevadero. Progresivamente, y superado el mediodía, el dolor era mucho más intenso, tanto que cuando pasaron a examinarme, le dije a la ginecóloga que aquello iba rápido porque me dolía un montón (¡bendita inocencia!, estaba prácticamente igual que cuando llegué). En cualquier caso, pensé que ya dolía suficiente como para pedir la epidural, pero me propusieron esperar porque la dilatación podía frenarse.
A eso de las 4 de la tarde, con 3 centímetros, ya pude pasar a paritorio para recibir la ansiada droga. Ahora ya si iba a empezar a disfrutarlo, pensé, y lo cierto es que una vez puesta la epidural aquello no duele nada de nada. En cualquier caso, ahí ya eran las 5 de la tarde, es decir, ya llevaba 12 horas de dolor, al principio perfectamente soportable, luego no tanto. Parto de la base de que el umbral del dolor es diferente en cada persona.


Y así a las 17 hrs. empezaba supuestamente el trabajo de parto. Al parecer lo de antes debía ser un paseo. Cada hora pasaban a explorarme a ver cómo avanzaba, y la cosa iba despacio, así que poco a poco iban subiendo la dosis de oxitocina. La primera matrona que me exploró me preguntó “¿te han dicho que viene grande?”, mi respuesta: “no, siempre bajo parámetros normales” (pronuncié las palabras textuales de mi ginecólogo). A toro pasado, imagino que en ese momento ellas ya intuían que la cosa acabaría en cesárea, yo aun no podía ni vislumbrarlo. Después de varias visitas de la matrona, ya pasado el día 17, me revisó la ginecóloga y me dio la primera pista de la inminente cesárea. La dilatación avanzaba, y con los pujos conseguía que bajara pero volvía a subir. Todo apuntaba a que mi pelvis no tenía el tamaño necesario para dejar paso al bebé.

“Te damos una última oportunidad para intentar parto natural”, dijo en la última exploración aquella ginecóloga que tenía toda la pinta, dada su edad y su semblante, de no haber parido nunca. Y me dieron 1 hora para empujar todo lo que pudiera en cada contracción, ya que estaba dilatada por completo. Y lo hice, vaya que si lo hice, y le hablaba a mi niña y le pedía que ella también hiciera su trabajo. Lo hicimos las dos, pero no fuimos capaces.  Y me paro en esta expresión, “ser capaz”, porque me hizo mella.  Sentirse incapaz de hacer algo tan natural como traer al mundo a tu hijo, es duro. Muchas mujeres que damos a luz por cesárea nos sentimos frustradas, e incluso madres a medias. Pensé que yo era la única que tenía este sentimiento tan encallado, pero a posteriori, hablándolo con otras mujeres en mi misma situación, he comprobado que la sensación era calcada.


A estas alturas de la madrugada la anestesia dejó de hacer efecto porque del esfuerzo y el movimiento se había desplazado. Agotada, desolada sabiendo que finalmente habría cesárea, y con un dolor físico incomparable al que nunca había sentido, empecé a llorar, y no dejé de hacerlo hasta que varias horas después estuve en la habitación con mi hija. ¿Habíamos empezado hablando del parto sin dolor?

Llorando y temblando me pasaron a quirófano. Ahora estaba sola, helada y muy aturdida por la mediación. Sacaron a mi niña cerca de las 6 de la mañana, y me la enseñaron un segundo. No sé definir lo que sentí al verla, pero no era la emoción que esperaba, estaba demasiado  desorientada para sentir cualquier cosa. Por no sentir, ni siquiera sentí miedo real de que algo saliera mal durante la intervención, aunque al mismo tiempo no podía dejar de llorar y temblar. Acabamos pronto, y me llevaron a reanimación, y mi obsesión era que Gala no estuviera sola, ya que yo no podría disfrutar del ansiado piel con piel con ella. Así que cuando vi a su padre esperándome a la salida del quirófano, si hubiera podido levantarme y zarandearlo para que fuera rápido con ella, lo hubiera hecho. “¿Por qué no estás con la niña?”, en medio del aturdimiento, tenía claro que no quería que sus primeros momentos en el mundo los pasara en un nido sola. Como es el sentimiento de protección, si es que al final somos animales. Él ya tenía previsto irse con ella, pero quería verme antes, sin embargo, yo solo quería que estuviera con ella, algo que yo no pude hacer hasta pasadas 5 horas. Las 5 horas más largas y angustiosas de mi vida. Sabía que mi niña estaba bien, pero después de 9 meses dentro de mí, solo quería estar con ella.

He llorado mucho recordando mi parto, y aseguro que no fue sin dolor, y que como decía al comienzo del post, me dolió de diferentes maneras. El dolor físico pasó y se olvida, basta pensar en todas aquellas mujeres que dan a luz sin epidural, mi admiración para ellas. Si embargo, el dolor moral, ese perdura, y aunque hoy puedo, por fin, narrar el nacimiento de mi hija sin llorar, siento que la suerte, o la naturaleza, o lo que sea, me ha robado el momento más especial de mi vida. Y así lo percibo en la mirada de las madres, empezando por la mía, que han vivido partos naturales y que, al contarles mi historia, me compadecen. Yo no pude cortar su cordón, ni ver los ojos de su padre al verla por primera vez, no pude tenerla en mi pecho respirando al unísono para consolar su primer llanto… a mi me vendieron un todo incluido y me dieron media pensión.

Me gustaría que mi historia sirviera para desmitificar el parto idílico, especialmente en los casos de cesárea. Soy consciente de que es una práctica habitual, y no quiero dramatizar, pero solo aquellas que lo hemos vivido lo entendemos. Y no quiero confundir, me siento muy afortunada porque todo salió bien y mi niña nació perfecta, pero en mi corazón están grabadas aquellas lágrimas en la sala de reanimación mientras una dulce enfermera, un ángel rubio, las secaba con el mayor cariño que nunca me dio una desconocida. Sirva también este post para darle las gracias a ella.



Comentarios

  1. Hola Betsaida,esto que cuentas lo vivo desde el otro lado cada día en el hospital con total frustración e indignación. Veo la injusticia en la forma de hacer las cosas, en el nulo empoderamiento que se le da a la mujer que da a luz y la presión a la que es sometida. Veo la manera en la que el médico impone ante todo su propia comodidad y ergonomía sin tener en cuenta la de la madre. Soy una simple enfermera en prácticas, así que mi opinión no vale de mucho allí, de momento, pero leo artículos sobre el tema y he ido a un par de charlas de matronas que me hacen pensar que las cosas van a cambiar. Vosotras no sois madres a medias sino madres muy madres... y víctimas de unas prácticas egoístas y mal adaptadas para la madre y el bebé. Haceis muy bien en contarlo, condenarlo e incluso a veces denunciarlo. Entre las madres y el personal sanitario concienciado creo que esto va a cambiar o eso me empeño en pensar cada vez que termino la jornada y voy para casa con un nudo en la garganta de la impotencia que se siente al no poder prestar los cuidados que me gustaría. A veces,como cuentas en tu post lo único que podemos hacer es dar ánimo y cariño a las madres asustadas y tansmitirles que todo va a salir bien, porque normalmente al final todo "sale bien". Si te sirve de consuelo, nosotras también nos sentimos enfermeras y matronas a medias y también lloramos a veces de impotencia cuando dejamos a las madres en rea separadas de sus bebés, sabiendo que muchas veces por culpa de esas prácticas egoístas e innecesarias no han podido tener un parto normal. Un abrazo :)

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Me encanta saber que hay profesionales como tú que aman su trabajo y que luchan por cambiar aquello que no les gusta. Sobre todo porque tu trabajo es tan tan importante... me aterra pensar en tener un segundo hijo y que la experiencia se repita. No quiero verme sola en quirófano, y después pasar horas separada de mi bebé...sin embargo sé que esta posibilidad existe y en mi caso, dados los antecedentes, es mayor. Ojalá las cosas cambien impulsadas por gente tan concienciada y estupenda como tú. Un abrazo fuerte

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  2. Gracias, me siento alagada! Yo creo que si, que las cosas van a cambiar y de hecho están cambiando, aunque sea a pequeños pasos. Yo te diría que no te obsesiones con lo del segundo hijo, en general cuando ya se ha tenido el primero, la segunda experiencia es mucho menos cruda. Te lo digo por lo que observo en las pacientes. A ver, es como todo en la vida, preocuparse mucho o tener miedo no sirve para nada (ya se que es muy fácil decirlo y luego llevarlo a cabo es toda una odisea jajaja) pero seguro que lo vas a manejar de otra manera, ya tienes rodaje y la novedad siempre es como muy dramática, seguro que restarás importancia a detalles que te han impresionado mucho en tu primer parto y todo será menos traumático. Ya sé que no es fácil pero tú deja claro lo que quieres y lo que no quieres, todas las mujeres deberían de poder elegir en la medida de lo posible cómo quieren dar a luz. Hay tantos autores y vertientes que se contradicen tantísimo que a veces informarse no es fácil. Yo soy de las que piensa que hay que leer de todo y después ir decidiendo según con lo que nos identificamos. Soy una pesada, pero claro, me pongo a hablar del tema y me vengo arriba jajaja, sin ánimo de ser pretenciosa! que al fín y al cabo soy una estudiante, con mucha vocación pero muy poca experiencia. A lo mejor ya conoces a Laura Gutman y a Carlos González (pediatra), puedes encontrar amplia bibliografía de ambos. Hay muchos más pero son los dos autores que más me gustan. No sé si puedo dejarte un enlace por aquí de uno de sus artículos. http://www.lavanguardia.com/vida/20100331/53900236179/carlos-gonzalez-los-ninos-que-duermen-con-sus-padres-tienen-menos-problemas.html
    Y repito, es muy importante que las madres conteis vuestras experiencias, no solo entre vosotras, para que se vayan rompiendo tabús. Por eso da gusto leer estas experiencias en los blogs y que se hagan públicos vuestros relatos. Un abrazo Betsaida

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