Madre Primeriza – Puerperio: "Esto no es como me contaron"

mi cara antes y después del parto
El antes y el después, tras un parto de 24 horas. Mi cara lo dice todo.
En la recta final de mi embarazo me esmeré en concienciarme de que el inminente puerperio podía no ser tan duro como me habían contado. Pensé que no tendría porque ser igual para todas las mujeres, y estaba dispuesta a que el mío fuera un Puerperio Feliz y centrarme solo en todas aquellas cosas buenas que me traería mi nueva condición de madre. Leí mucho, y me concentré en los beneficios inmediatos de dar a la luz. El hecho de recuperar el tamaño natural de mi vejiga me parecía una gran ganancia para empezar, también el que desaparecieran los molestos dolores pélvicos y por supuesto, los ardores que me tenían en vela todo el último trimestre enganchada a pasillas efervescentes de ranitidina. Por supuesto que el poder volver a comer lo que quisiera era otro de los grandes beneficios que en cuestión de días volverían a mí. Me intentaba auto convencer, y así lo transmitía a mi entorno cada vez que tenía oportunidad. A pesar de la dificultad de adaptarse al nuevo miembro de la familia y todo lo que eso conllevaba, había ventajas que podía empezar a disfrutar desde el minuto cero tras el parto, y estaba dispuesta a valorarlas por encima de los malestares propios del puerperio. Y es cierto que por ejemplo volví a recuperar la capacidad natural de mi vejiga y me sorprendió la cantidad de tiempo que podía estar sin visitar el baño (ya prácticamente lo había olvidado). También desaparecieron los ardores. Sin embargo, también tuve alguna que otra decepción, porque pensaba que podría volver a dormir bocabajo (mi posición natural para coger el sueño), pero no calculé que la nueva dimensión de mis pechos me lo iba a imposibilitar por completo (hoy día, más de 2 meses después, es un hito aún inviable).  Por supuesto, nunca conté con que mi parto tuviera que ser finalmente por cesárea, y cómo eso me hizo sentir una madre “a medias” al no vivir la experiencia del parto idílico con el que todas soñamos (he dedicado un post únicamente aeste tema, porque considero que lo merece).

Pues eso, que yo fiel a mi naturaleza de persona optimista, estaba dispuesta a llevarle la contraria a todas las madres recientes del mundo y poder escribir en este blog, como hoy lo hago, un post titulado “un Puerperio feliz es posible”.  No obstante, como podéis comprobar, el titulo es otro bien distinto. 


Gala, mi hija, es la niña más preciosa y maravillosa del mundo, no tengo duda de eso, pero también destaca en otros campos: es nerviosa, apenas duerme y vive en un bucle continuo de tomas infinitas, y teniendo en cuenta que lucho por mantener la Lactancia Materna Exclusiva  mientras pueda, esto resulta especialmente duro. En conclusión, mi empeño de experimentar un puerperio feliz se ha visto truncado por lo inevitable: la realidad.

Parece mentira a estas alturas, caer en el tópico “esto no es como me lo contaron”, cuando hoy más que nunca tenemos tanta información sobre la maternidad. Yo además, complementé mis conocimientos con la asistencia a talleres de lactancia cada miércoles durante las ultimas 6 semanas de embarazo, además de asistir religiosamente a las clases de preparación al parto.  Ante esto solo puedo pensar que, o bien yo no supe escuchar y leer entre líneas para entender la magnitud de lo que se aproximaba, o bien realmente no me contaron las cosas como  realmente son. Quizá sea un mix de ambas cosas, lo más probable. La famosa amnesia postparto que viven las madres y que les hace a muchas repetir la experiencia, unida al subidón de hormonas y  la excitación de la futura madre de traer una nueva vida al mundo, se conjugaron para enmascarar la realidad de lo que iba a acontecer.

Hoy 2 meses después de nacer mi bebé, el primer consejo que le daría a una futura madre NO es “aprovecha y duerme ahora”. El sueño NO es acumulativo, duerme lo que quieras/puedas (dormir en la recta final de embarazo no es tarea fácil).  De hecho, si duermes mucho luego sentirás aún más nostalgia de ese bien perdido.  El primer consejo sería: va a ser mucho peor de lo que te esperas, pero sobrevivirás y merecerá la pena. Como hacerte la depilación con cera, salvando las enormes distancias, el tirón duele, pero pasa rápido y el resultado compensa.

Las dificultades por las que he pasado estas primeras semanas están aún recientes. Muchas perduran: dolores de la lactancia y falta de sueño, por ejemplo. Otras están más o menos superadas: mi niña ya no tiene cólicos, y nos entendemos mucho mejor cuando llora, además, ya me he recuperado totalmente de la cesárea.  Pero si hay algo que me sorprendió muchísimo cuando di a luz, y que no tiene nada que ver con lo que me contaron, es el sentimiento de amor hacía el nuevo ser. Yo quise a mi niña desde el momento en que la vi (antes también, claro, como dice mi madre “desde que el predictor da positivo), pero no sentí ese amor infinito que te sobrepasa, y me siento culpable al confesarlo. El amor ha ido creciendo día a día, y ahora sí me siento profundamente enamorada de ella, cada día más. Pero en mi caso, aquí también aplica el dicho “el roce hace el cariño”.

A las 2, 3, 4 de la madrugada he visto pasar el reloj, hora tras hora, con un bebé enganchado a mi pecho. Para sobrellevar la vigilia y distraerme del dolor, me he entretenido ojeando en Instagram las fotos y comentarios que compartían las madres recientes en busca de imágenes que me sugirieran empatía y comprensión. Y  nada más lejos de la realidad, lo que he visto en sus instantáneas me ha hecho sentir una madre anti natura.  Esas fotos de madres amamantando en la penumbra (con filtros en blanco y negro para darle más enjundia al evento), acompañadas de comentarios del tipo “muero de amor aunque lleve días sin dormir más de una hora seguida y se me estén cayendo los pezones a trozos”, me hacían pensar que igual algo fallaba en mí. Yo no moría de amor ante ese escenario, más bien moría de tristeza por no saber cuánto podía durar esa etapa. De hecho, aún no ha terminado, pero la cosa ha mejorado notablemente. En primer lugar porque yo lo vivo con mayor resignación, pero también porque las dos nos hemos adaptado y ya nos conocemos mucho mejor. Ella es mejor hija y yo mejor madre. Es una cuestión puramente de aprendizaje.


Espero mi testimonio pueda ser útil para alguna futura madre, por si trascurrido el gran acontecimiento pudiera sentir que esto no es como se lo habían contado. Desgraciadamente, no todas vivimos la maternidad como las super madres de Instagram que cuentan con cientos de seguidores.


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