Madre Primeriza- Semana 25 de embarazo: “Estar Embarazada no es estar Enferma”, firmado alguien que nunca estuvo embarazad@

Semana 25 de embarazo

Quiero dedicar este post a hacer una reflexión sobre lo poco reconocida que está la labor de una mujer que decide traer un hijo al mundo. Casi nada, sin paños calientes.

Y confieso que siento un poco de pudor al reconocer que yo misma, antes de estar embarazada, también tenía la opinión de que muchas mujeres abusan de su estado para darse bajas laborales sin necesidad, pasarse el día explotando lo mal que se encuentran, y en general, escaquearse de cualquier tipo de tarea.

Por otro lado diré que a mis 25 semanas de gestación, no he cambiado mi rutina. Sigo trabajando las mismas horas, levantándome a la misma hora, cumpliendo con las tareas del hogar, y resto de actividades del día a día. Pero en realidad, mi rutina personal, la que no afecta ante los ojos del mundo, sí ha cambiado.
Antojos imposibles de Embarazada - Queso Cabrales
Mi oscuro objeto del deseo
Ante todo, quiero destacar enérgicamente que mi caso es el de una mujer que está teniendo un embarazo MUY bueno. Es decir, que la lista que sigue a continuación en la que enumeraré algunas de las cosas que hace meses que ya no puedo hacer, es el mejor de los escenarios:

- Ponerme mi ropa. Esto es quizá el daño colateral más obvio a la vista. Es un hecho que tus vaqueros dejan de servirte muy pronto. Al principio, cuando aún no se vislumbra que estas embarazada, tiras de la ropa sueltecita que ya tenías en el armario, y que ya no te queda tan sueltecita. La gente a estas alturas solo piensa “pobrecita como se está dejando”. Cuando por fin es evidente tu estado, y que NO te estas dejando, tampoco quieres desembolsar mucho dinero en ropa que solo usarás unos pocos meses (siempre positiva como Van Gaal, pensando que a los 2-3 meses de dar a luz ya volveré a mi ropa de antes).  Es una encrucijada terrible, yo personalmente me he vuelto monotemática: leggins + vestido o blusón ancho; y mis looks han entrado en bucle.


- Comer lo que quiero. Mucho antes de quedarme embarazada este tema ya me parecía espinoso, ahora que lo estoy, lo ratifico. Soy  adicta a todo tipo de quesos, y hay muchiiiiiisimos que no puedo comer (aquel que no sea un auténtico amante del queso dirá que puedes comer de casi todos….y un cojón, y aquí me enciendo de verdad. No puedo comer quesos artesanos hechos con leche cruda, quesos de cabra, queso brie, queso camembert, queso azul y roquefort, gorgonzola, feta…etc.  Muero por comerme un buen trozo de queso cabrales, que pique mucho mucho, y se me saltan las lágrimas de solo pensarlo).  Además, tampoco puedes tomar carne cruda (uno de mis platos favoritos es el steak tartare y el carpaccio), foie, y pescados que puedan contener mercurio (pez espada, cazón, atún…), precisamente los únicos que comía.

- Dormir del tirón. Yo era de las que ni se inmutaba en toda la noche. Caía KO, como si me hubieran atizado con un bate, y así hasta que sonaba el despertador. Actualmente me despierto un mínimo de 3-4 veces y no llego a dormir profundamente.

- Dormir bocabajo. Mi posición favorita al carajo. Y creedme, que esto cuesta cambiarlo después de 34 años.

- Subir cuestas sin asfixiarme. Es realmente incómodo y te hace sentir una yaya. Noto que mi capacidad pulmonar merma por momentos. Si me sugestiono, llego a sentir que me falta el aire y me pregunto cómo llegaré al final del embarazo sin asfixiarme. Y es que aunque yo antes tampoco fuera la persona más en forma del mundo, prometo que esto NO me pasaba.

- Pasar 1 solo día sin sentir ardores. En mayor o menor medida, cada día de mi vida tengo ardor. Yo antes también sufría de los molestos reflujos, pero prometo que hasta que no he estado embarazada no he sabido que es en realidad el ARDOR.

- Comer jamón. Esto merece un epígrafe en exclusiva. Y sí, se puede congelar. Pero un 5 jotas descongelado es un sacrilegio (lo intenté).

- Beber alcohol (esta la pongo la última de la lista para no despertar alarmas sobre mi gusto por las bebidas espirituosas). Que sí, que hay mucha gente abstenía, y que además es lo más sano del mundo tomarse un zumito mientras los demás se toman sus buenos jarrotes de cerveza, o su copita de Rioja, o su gin-tonic. Pero ¿has probado a estar más de 2 horas en un bar con un grupo de gente en el que todos beben? Yo desde que estoy embarazada, lo hice una sola vez, y conforme avanzaba la noche me sentía cada vez menos integrada, así que a las 12 me fui a casa. 

Luego hay otras cosas que me pasan que me reservo para la intimidad, pero que toda mujer que haya pasado por ello conoce sobradamente. Dejo la imaginación libre para que siga enumerando.

Quizá en un próximo post, hablaré de otras cosas que nos pasan a las mujeres embarazadas y que son mucho más serias que las que acabo de mencionar, me refiero por ejemplo a cómo afecta a tu entorno laboral, y cómo te hacen sentir que tienes fecha de caducidad. Pero ese tema merece un post aparte, sin duda.

Para finalizar, por el momento solo recordar que aunque estar embarazada no es estar enferma, desde luego tampoco es estar en una situación de normalidad. La mayoría de las mujeres embarazadas sí que hacemos un gran sobreesfuerzo durante unas 40 semanas (que se dice pronto), para que el universo piense que estamos en idénticas condiciones que antes de la gestación y podemos hacer las mismas cosas que antes. Desde este blog quiero mandar 2 mensajes, así en plan profeta. Por un lado a esas Superwoman, a las que envío mucha fuerza y toda mi admiración, especialmente para aquellas que de verdad estén pasando un mal embarazo; y para todo aquel que tenga o haya tenido alguna de estas Superwoman cerca, recordarles que no hay ninguna tarea más importante que traer una vida al mundo, por favor démosle el valor que le corresponde y respetemos a las mujeres que lo hacen posible. El camino es largo y conforme lo recorres, cada día se hace más duro. Ayyy la que me espera pufff!



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