Las cosas que nos contamos
“Si no lo cuentas, no existe”. Precisamente yo dedicándome a lo que me
dedico, conozco de sobra este principio: la necesidad de narrar al mundo qué
ocurre para dar a los hechos, sean cuales sean, la categoría de noticia, o al
menos, acontecimiento reseñable. Las cosas que ocurren parecen no tener la
dimensión de realidad hasta que no se comparten con otras personas. Salvo en
situaciones en las que la magnitud de lo que ha pasado es tan grande que no
tenemos opción a dejarlas pasar, en la gran mayoría de las ocasiones nosotros
mismos determinamos la relevancia de los hechos, y en milésimas de segundo
decidimos dar a un hecho la categoría de noticia, anécdota o nada. Somos
periodistas y reporteros del noticiario de nuestra vida.

Es un mecanismo más de autodefensa que traemos todos de
serie. Así como lo es la supervivencia, a la que ya dediqué un post, la autoconstrucción
de la propia realidad es nuestra arma más poderosa para diseñar nuestro camino hacia
la complacencia. Luego está la gente que prefiere boicotearse a sí misma porque
sienten placer en la autocompasión, pero eso ya merecería un capítulo aparte.
La fórmula matemática entonces es fácil: acontece hecho X,
al que doy un valor Y para mí, y transformo en valor Z de cara al resto del
mundo, pudiendo éste ir de cero a cien. Este es el orden: Sentimos, Procesamos,
Filtramos y lo Contamos… o no. A mí me gusta la gente que hace uso frecuente
del “no contar”, me refiero a cuando hablamos de circunstancias banales; un
comentario desafortunado o no, o un gesto inoportuno o no; a veces son matices
que dejamos pasar porque no queremos detenernos en analizar más allá. Y digo
que este tipo de personas me gustan, porque aunque quedarse en la superficie de
los hechos triviales de nuestro día a día, puede tener su parte negativa
(tengamos en cuenta que obviaríamos malas y buenas intenciones), yo soy de la opinión de que si quieres que me
dé por aludido, para bien o para mal, no me mandes mensajes encriptados.
Sin embargo, y para no alargarme demasiado, voy a detenerme
por último en la parte del Filtrado, y el título del este post “Las cosas que nos contamos”. Yo creo que mucha gente no es consciente de
este proceso de interpretación/creación de la realidad, y no tienen por tanto,
la percepción de mentir cuando cuentan la manera en la que han sucedido las
cosas. Yo personalmente, respeto que se emplee el Filtrado como mecanismo de
defensa, y seguro que en un juicio ficticio sería un buen atenuante. De hecho, probablemente
en más de un momento de tu vida, necesites hacerte con un arsenal de razones
que justifiquen tus actos. Imagina que un día, por ejemplo, dejas de hablar a
un compañero porque ha tenido mejor suerte que tú y eres incapaz de sentirte
dichoso por él porque tu propio ego te lo impide. Esta reacción, que por otro
lado es humana, necesita un filtrado URGENTE, ya no sólo de cara al mundo, sino
de cara a ti mismo, porque deja al descubierto serias carencias personales, al
fin y al cabo todos tenemos algunas. En esa circunstancia, tienes todas las
licencias para “contarte las cosas como tú quieras”, en serio, yo creo que es
loable. De todas formas, por sí algún día me veo en una de estas, intentaré
recordar este consejo: ponerle siempre un poquito de autocrítica, la dosis
justa para seguir siendo tu mejor defensor, pero sin olvidar que uno NO siempre
tiene la razón.
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