Un violinista/guitarrista
Era otoño, y el frío verano entre continentes quedaba atrás.
El verano es invierno en el otro hemisferio, algo que se nos olvida con
frecuencia.
Hacía tiempo que ella ya no escuchaba música, los sonidos
que la rodeaban eran simplemente atmosféricos. Sonido ambiente, aburrido, monótono…
tan predecible como agotador. El murmullo de la gente, el ruido de un millón de
coches en la carretera, el sonido del teclado que escribe presionado con tedio a
un ritmo constante, ecos y ecos de conversaciones ajenas a ella que nunca
acaban… no había música en ninguna parte. Por eso, cuando después de mucho
tiempo empezó a sonar una nueva melodía, le preocupó haber perdido la capacidad
de apreciarla, y además, resultaba una música tan distinta a la que recordaba…
Era pausada, sentida, de esa que sale muy de adentro y que no deja indiferente
a nadie. Y como el rodar de enormes piedras que vencidas por la gravedad
descienden la ladera dejando un profundo surco a su paso, algo imparable, así se
fue trazando su nuevo camino.
La música procedía de una guitarra acústica que destilaba el
sentir de un corazón sensible. Y sonaba con tanto sentimiento que atrapaba. E inexplicablemente,
las canciones no hacían sombra al sonido de la guitarra. Es raro que eso pase,
que el “cómo” se imponga al “qué”. Un sinfín
de matices había en su sonido, que surgía limpio y transparente, refrescaba y
embriagaba a partes iguales. Una personalidad increíble la de esta guitarra, tan
feliz como melancólica. Y de esta manera, arropada por hermosas notas musicales,
supo que su sueño sería desde entonces vivir en un eterno unplugeed.
Si a esa música le pones ya un par de cañas creo que rozaría la perfección ;)
ResponderEliminarI keep on waiting